Versus Santiago
Brumas matinales sobre las hortensias, velo húmedo deshecho al pasar la mano, aún tibia, recién amanecida, posada como un pájaro cauto, mano que saluda al peregrino risueño y joven surcando el camino con sus botas de monte y la gigantesca mochila en su fornida espalda, caminando al amparo del frescor diurno, hasta ser recibido quinientos metros más adelante, rebasado el pueblo, por la playa desierta, velada, e introduce los pies en el agua gélida, tonificante, desnuda su cuerpo tras una roca y al contacto con el agua siente una corriente paralizante, la orilla cubierta de algas de toda clase: oro rojo, verde y amarillo; un par de inmersiones y de nuevo vestido y en marcha prosigue su marcha, extrañado mira el reloj, doce de agosto, el país arde cada día por los cuatro costados y él siente el cuerpo húmedo, frío, tremolante bajo la camiseta, la piel es carne de gallina, cacarearía su alegría si supiera.