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Canilogos

  Olvidemos los atalantes, los centauros, incluso los unicornios rosa y demos cabida a algo más terrenal. Desde la ventana del autobús, en el sentido de la marcha, avivada esta con continuos frenazos y acelerones propios de una atracción de feria, veo a un hombre dirigirse al puesto de periódicos gratuitos, coger un ejemplar que hojea pausadamente. Un perro pequeño, no sabría decir de qué raza, se acerca a las piernas del hombre, el cual se agacha y dispone el periódico doblado con el aspecto de una tierna baguette, entre las fauces del perro. Hambre atrasada ¿de papel o de conocimiento?

Últimas noticias de la humanidad (relato)

     ¿Cómo era posible que en 2089 aún hubiera calvos cuando los tetrapléjicos hacía ya décadas que habían abandonado las camas y sillas de ruedas para volver a hacer vida normal; cuando la luna estaba desquiciada con tanta despedida de soltera conculcando y emponzoñando sus dominios cada fin de semana; cuando los paquetes de HORIZON que monopolizaban el irrespirable espacio aéreo viajaban por el aire con la ligereza de una pluma (licencia poética del narrador, dado que ya no había aves en el cielo ni árboles en la tierra y las únicas plantas conocidas eran las petroquímicas) hasta llegar a los hogares domóticos, cuyas azoteas estaban revestidas en su totalidad con placas solares, acogiendo en un espacio minúsculo el amerizaje de los drones; cuando se preparaban viajes espaciales, evidentemente a precios astronómicos, para ir a visitar nuevas galaxias recién descubiertas. Sí, el infinito al alcance de la mano, no de cualquiera, por supuesto, sino de unos pocos ¿afortunados?, dado que