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Mostrando entradas de 2022

Cuento de Navidad

Cuando entra al bar ve las telarañas del olvido hacer ganchillo en el frío cuerpo de las botellas de vino en la combada alacena. Abismada la mirada  en los techos altos, inalcanzables, regresa a la barra de marmol con platos de croquetas, morcilla frita y empanadillas. Ordena media tabla de quesos y un ribera. Bebe y come y piensa que ese maridaje le deja muy cerca del bienestar: el hermano prosaico de la felicidad. Avanza hacia el salón, algarabía de voces lo envuelve, alza los ojos, los frota, pues ha de ser una ensoñacion aquel piano, también la joven que parece tocarlo, las manos sobre las teclas, acariciándolas. Per o no oye ninguna nota por encima de las voces, quizás toque en playback. Regresa a la espiritosa bebida, al regusto picante del picón en la lengua, del ahumado, del queso de nata. Paga la cuenta. Baja la cuesta. Ni rastro de nieve. Invierno de chichinabo. La ficción de las luces de los renos aéreos.  Llega a la plaza. Lee el nombre. Pombo. Siente El temblor del héroe

Vida plena

Escucho la misa de difuntos ubicado en uno de los bancos del coro. Algunos rayos se cuelan por las vidrieras y doran los barrotes. Al fondo, delante del altar, el cura habla del infinito amor que Dios nos profesa, de la vida eterna. Y pienso en voz baja si la fe será capaz de reconfortar a la madre que ha perdido a su hijo de cincuenta y cinco años cuando vuelva a su casa. O a la mujer que ha perdido a su esposo. O a  los hijos que han perdido a su padre. Pienso en una ausencia irreparable y mitigada, no sé en qué medida, ni de que manera, por la fe. Y poco antes de acabar la ceremonia, una mu jer se dirige al lado del altar para decir unas palabras, entrecortadas, rotas por el dolor de la muerte y la ausencia y el vacío físico, pero poco a poco esa voz va cogien do fuerza y consistencia, y es capaz de revelarnos una verdad que va mucho más allá de creer o no, porque habla de que el muerto ha tenido una buena vida, una vida plena, y que ha sido feliz. A e so hay que aferrarse, a esa v

¿Tiempo perdido o recobrado?

     Si algo caracterizó a Proust fue su tesón. Se empecinó durante más de diez años en escribir En busca del tiempo perdido , a lo largo de siete volúmenes. El primero lo financiará con su dinero y tendrá una nula acogida y algún rechazo notable: Gide. El segundo recibirá el beneplácito de la crítica y resultará premiado con el Goncourt . Los últimos los escribirá enfermo, ensimismado en su escritura, creando un universo que pudiera ampararlo, capaz de ser recorrido con las yemas de los dedos de la memoria. El lector se enfrentará a más de tresmil páginas, a un  buen número de personajes. De lo cotidiano Proust hará un mundo, registrará gestos, poses, maneras, inflexiones que irán  al papel, sazonados sus textos con reflexiones sobre la música, la pintura, la política, la etimología, la homosexualidad, los celos, el "gran mundo", la escritura o la lectura, entre otros muchos temas. Y lo hará sin comedimiento, con el ímpetu y la necesidad del que sabe que le va la vida en ell

Punto de fuga

Al sonar el teléfono inalámbrico me sobresalto. Al contestar, cuelgan. Alguien aporrea la puerta de casa, pero detrás de la mirilla no hallo a nadie. En mi pulsera, el reloj me avisa cada hora con un pitido suave. Las once de la mañana. Trato de aquietarme en el sofá, estirando las puntas de las pies, dirigidas hacia la ventana. Más allá, el horizonte es un sumatorio de montañas con crestas nevadas bajo un cielo impasible. He dejado las pochas al fuego. Me avisa el huevo despertador de que el tiempo de cocción ha concluido. Destapo la cazuela. Limpieza de cutis involuntaria. Están al punto: mantecosas. Me quemo la lengua. Oigo tronar la alarma de un camión de bomberos, veloz cual ambulancia. Me asomo a la ventana. No veo columnas de humo negro por ninguna parte. Tengo los pies helados, las uñas rasguñan la tarima flotante en mi desplazamiento. Al respirar, el vapor de agua cubre mi inmaculado rostro, velándolo. Sin rostro, los pensamientos desaparecen. En el espejo del baño, sin ojos

El lenguaje del tiempo

El refranero, como fruto de la experiencia y sabiduría popular, ofrece refranes como Por Santa Catalina (25 de noviembre), la nieve en la cocina o Por San Andrés (30 de noviembre), la nieve a los pies. Muchos de estos refranes guardan como se ve una relación estrecha con la climatología, otros con la gastronomía, Por Santa Cecilia (22 de noviembre), tiempo de morcillas . Ahora, con los efectos devastadores del cambio climático, que nos hace ir de record en record: el mes más cálido, el año más seco, el siglo más tórrido, etc, o con los nuevos regímenes alimentarios (veganos, vegetarianos), parece necesario adaptar el refranero a los nuevos tiempos que corren, quedando esos refranes como testigos de nuestra memoria, como un lenguaje capaz de explicar el tiempo pretérito.

Sin novedad en el frente

No podemos imaginar diecisiete millones de muertos, no podemos imaginar la muerte de tres millones de soldados sobre el terreno, en dos frentes, en una guerra de trincheras, sin apenas avanzar posiciones durante cuatro años de contienda, entre 1914 y 1918. No podemos entender la alegría de los jóvenes que quieren ir al frente para experimentar la vida y perderla. No podemos imaginarlo, pero vemos cada día cómo algunos dirigentes siguen enviando a sus soldados camino de la muerte y la destrucción, desde sus palacios dorados, los pies sobre las alfombras, la belicosa mirada ensoberbecida entre tapices, mármoles y cuadros, la presunta gloria nublando la cordura. No podemos imaginar a esos militares para quienes una vida sin una guerra es una vida estéril, no podemos imaginarlos enviando a los jóvenes a la muerte, cumpliendo con un deber enajenado. No necesitamos imaginarlo, nos basta con ver Sin novedad en el frente .

Presentes

En mi cumpleaños pienso en un relato que leí en su día, Verónica y los dones , de Pedro Ugarte, donde Verónica siempre acertaba con los regalos que hacía a sus seres queridos. Regalos que no eran el fruto maduro de un deseo musitado, o dejándolo caer, cuando no una afirmación abonando el camino, sino el resultado de la aguda observación, del pleno conocimiento, del predictor infalible que a ciencia cierta sabe cuales son nuestros deseos más ocultos. Un presente que causará en el regalado tanto placer como asombro, incluso recelo. En ausencia de Verónica, los regalos son un vinilo de Viva Suecia, un libro de Bruno Belmonte, Toda la verdad sobre los señores de provincias , 14 de abril ( Cerdà me recuerda mucho, para bien, a Vuillard , que tiene un libro magnífico: 14 de julio ), una colonia, un cómic: Warburg & Beach, el poemario bilingüe de Rimbaud, en suma, el reverso de las no-cosas de Byung-Chul Han.

As bestas

Dicen los biólogos que es nuestra complejidad la que nos mata. En el plano social no sabemos si lo que nos mata es nuestra complejidad o nuestra simpleza. Vemos que hay odios atávicos que parecen todavía colear de la guerra de la independencia, instintos de supervivencia e intereses que colisionan con los de otros vecinos, ¿son todos los intereses igual de legítimos?  Tenías que haber amanecido en otra aldea , oímos en la película. Todo es azar y destino trágico. La idea de regresar a una arcadia se muestra imposible. Cómo gestionar la violencia y el miedo que impiden la pacífica convivencia. Hay muchas capas. Una es saber cuándo y dónde hemos encontrado nuestro hogar. Formar parte de algo, con todos los peros que se quieran. Y hablarnos del valor, de seguir el camino de la justicia y no el de la venganza. Testimonio asimismo sobre los equívocos entre madres e hijas y la posibilidad de entender las cosas como son, acerca de la naturaleza del amor. Y el dinero como una sombra ominosa,

La multitud airada

Veo el documental Cuatro horas en el Capitolio y resulta asombroso que no murieran en el asalto más personas, ese 6 de enero de 2021. Salen individuos para quienes Trump es un enviado de Dios, ¿de qué Dios?. Invididuos que forman parte de los Proud Boys , los chicos orgullosos, ¿de qué?. A la voz de su jefe, Trump, van hacia el Capitolio, echando pestes de la élite política ¿No lo es Trump?. Les han birlado las elecciones presidenciales de 2020. Los ¿patriotas? se van amontonando contra las vallas, hasta que las fuerzas del orden son incapaces de controlar aquella marea humana, que como una tromba de agua va ocupando cualquier resquicio que les permita acceder al edificio.  El documental se convierte en un película de terror, no por lo que pasó, sino por lo que podía haber pasado: una matanza. Lo que parece una broma mayúscula, como ver a un fulano vestido con pieles, a lo Buffalo Bill, paseándose por el Capitolio como Pedro por su casa, al grito de 1783, el año de la Independencia, d

Narcisas

Pantallita, pantallita, ¿quién es la más bella de toda la blogosfera? Sin duda alguna, tú, no. ............................. Clic, clic, clic: Subconsciente bloqueado con éxito.

LXIV

A mitad del camino de nuestra vida , escribía Dante. Serían los cuarenta y pico ahora. Bastantes menos en los años del poeta. Veo un reportaje de un joven deportista ultrafondista que superados los veintipocos, un cuarto en el camino de su vida, ha visto cumplidos todos sus sueños. Ha tachado de una lista todas las grandes pruebas que quería ganar cuando era un crío. Apenas unos pocos años atrás. No hay alegría en el hecho de alcanzar la gloria, esa cumbre, sino vacío, el abismo que te mira a los ojos. Ahora qué, es la pregunta. El resto, para bien o para mal, no tenemos ocasión para estos dilemas existenciales. No hay Himalayas en el horizonte, a lo más El León dormido, el Monte el Corvo, el Monte Toloño. Unos sueños de andar por casa, una felicidad somera y tan común que bien nos cabe en el monedero.