La mente pergeñando historias, ya en 1958, acerca de cómo será el apocalipsis (en Argentina), servido aquí de modo amable, a través de la ceniza, o nieve que del cielo cae y al contacto mata. De esta manera los cuerpos dispuestos sobre las calles, el asfalto, los coches, los dinteles. Más dormidos que muertos, parecen. Luego toca sobrevivir. Y lo clásico: la pugna entre el instinto de supervivencia y la moralidad, que impele a no despeñarse en el abismo de la posible salvación a cualquier precio. Se desconoce el enemigo, al comienzo. El único objetivo: seguir sumando días y resistir.
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