El ensayo Ver y saber de Bernard Berenson abunda en el compromiso entre el pensamiento y el sentimiento, esto es, entre el saber y el ver. Es evidente que cuanto más sabemos de algo más lo disfrutamos. Y en ese mirar, se quiera o no, entran en juego las convenciones sociales. Para ello Bernard da algunos ejemplos, como esas figuras lejanas que deberían ser manchas de tinta y que sin embargo, apreciamos con toda nitidez. O cómo Bellini (1433-1516) creó el paisaje romántico que hoy conocemos. O cómo Joyce descoyuntó el lenguaje para dar trabajo a los críticos literarios. O cómo ha cambiado el sentido del desnudo a lo largo de la historia, desde las venus de la fertilidad hasta la llegada de los griegos. Nos habla asimismo de las diferencias entre el arte mesopotámico y el egipcio, de cómo las aguas volverán a su cauce, dejando de lado las geometrías y volviendo a lo figurativo. Todo ello acompañado con un par de docenas de ilustraciones en blanco y negro. El amenísimo ensayo data de 19...
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