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Mostrando entradas de febrero, 2023

El consuelo del repostaje

Con la manguera en la mano y el depósito abierto, observa un teclado que había pasado antes por alto, quizás porque no estaba, y en la pantalla, como ve la opción de introducir el nombre, lo teclea, y cuando deja la manguera en el surtidor, oye, José Luis has repostado súper, que tengas un muy bien día de lunes, que los oráculos te sean favorables. Espero verte pronto de nuevo, José Luis. Para lo que necesites . La voz es la de una mujer joven, piensa José Luis, de torneadas pantorrillas y larga melena castaña, de ojos del color de la miel de romero, de estatura media y tan bien proporcionada como Shakira. Arranca el motor, mete primera José Luis y piensa cómo se denominará su futura adicción al repostaje.

Animales no, monstruos sí

Veo Animals (dirigida por Nabil Ben Yadir). No, no son animales, son personas monstruosas las que perpetran aquí unas acciones abominables. Una tragedia servida en tres actos. En la primera vemos a Brahim, un joven de treinta años en su ámbito familiar. Vive en Bélgica. Su padre es árabe, su madre belga. Van a celebrar el cumpleaños de su madre. Brahim lleva cinco años de relación con un chico; relación que no puede hacer pública pues tendría consecuencias catastróficas. La lleva en silencio y esto le duele, porque le supone dejar oculta una parte de su ser y su sentir. Abandona la celebración familiar y comienza el segundo acto. Cuando Brahim sale de un bar de alterne ve cómo en la calle una joven es agarrada por unos brazos que tratan de meterla en un vehículo. Brahim libera a la mujer y se ofrece a ir con los jóvenes a un bar dónde haya mujeres que es lo que estos van buscando. Brahim, asediado, confiesa en el coche que es homosexual y dicta entonces su sentencia de muerte. La med

Apocalipsis now

En el desayuno, a la mesa, la mujer en el centro, los dos críos a los lados, no levantan los ojos de la pantalla ni saludan. Toma un café expreso y sale a la calle. Corre para coger el autobús. En su interior, aún es de noche, las luces de las pantallas iluminan los rostros legañosos. Camina hasta al fondo sin que ninguna cabeza advierta su presencia. Baja seis paradas después. Es el primero en llegar al trabajo. Baja al sótano a tomar otro café. Le sabe a agua quemada teñida de negro pero es su gasolina. Regresa al puesto y pone en marcha el ordenador. Tarda en arrancar y cargar las aplicaciones. El escritorio es un abarrotería en el que no caben más iconos. Mira a su alrededor, la media docena de personas que han ocupado sus puestos en ese impasse ya tienen los ordenadores encendidos, pero su atención es captada por la pantalla líquida del móvil. Su jefe pasa hablando con el móvil y sin saludar entra en el despacho. En la impresora, el adjunto del jefe trastea en Instagram sin repa

Ad Astra

Si el pequeño Marco iba en busca de su madre por tierra y mar, Roy va a buscar a Clifford, su padre, hasta los confines de la galaxia. Roy siente la ausencia de su padre como una presencia ominosa desde que este les abandonó. Un padre ausente que tuvo claro que padres hay muchos, pero que astronautas como él, no. Por eso decide Clifford embarcarse en un viaje que lo llevará hasta Jupiter y Saturno y todavía más allá, porque piensa que hay vida inteligente ahí fuera y quiere confirmar la hipotesis. Los lazos de sangre, a pesar de todo, son tan fuertes que Roy sabe que estará ligado a Clifford siempre y que sus sueños serán también los suyos. Ahí reside la belleza de una película que resulta hipnótica por momentos, en la singladura de Roy por el espacio en completa soledad, y terrorífica otros, como las escenas que transcurren en la luna, en donde algunos de sus habitantes nunca han pisado la tierra.