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Mostrando entradas de febrero, 2024

Celebrando la vida

No sé adónde nos llevará la inteligencia artificial, pero sí sé adónde nos conduce la inteligencia humana, tan natural ella, tan imprevisible; la sal que da alegría a nuestras vidas. Así lo viví el otro día viendo a Pancho Varona en una sala logroñesa. Un lugar pequeño: pensemos en una pequeña iglesia románica en la que la gente, devotos todos, coreábamos cada canción como si nos fuera la vida (pasada) en ello. Panchito Panchito nos animaba a cantar, nos daba la oblea y sin gesto serio, nosotros celebrábamos la vida, sin pecados, sin censuras ni cesuras, asumiendo todas nuestras contradicciones. 

París, 1970

 Las palabras buscan la salida en el dédalo del cerebro. Ven la luz a través de las manos del hijo y su lenguaje. La sintaxis del amor, afecto y cariño son signos que buscan una imposible interpretación. Las preguntas son círculos en la rasante del desaliento y la fatiga. Surge entonces la idea de cambiar el pasado para ofrecer tantas variantes como viajes realizados. El juego compartido será un placebo, también un neón parpadeante en donde titila la vida precaria antes del apagón final. El hijo regresará al origen del mundo, al tibio regazo de la madre, al sempiterno relevo.

El quinto mandamiento

 No matarás , establece el quinto mandamiento, aunque el título original sea The Sixth Commandmen t. Dos ancianos indefensos (un hombre y una mujer), sucesivamente, ante la presencia de un joven mentiroso y manipulador. Un embaucador de manual, un seductor nato. Buen conocedor de los anhelos y carencias, de las esperanzas nunca arrumbadas a pesar de la edad. Así es Ben, degenerado novicio que los lleva a su terreno de juego para despacharlos al más allá cual matarife. Espanta la frialdad de Ben. La confianza ciega en sus mentiras redentoras. Sorprende que la justicia británica lograra ponerlo entre rejas casi cuatro décadas.

Matria

  Hacia dónde te empuja o arrolla la vida, el día a día repetido y la insatisfacción permanente. En el pozo en que estás no llega la luz, pero sí el ruido: atronador; aparta de ti al hombre indolente que no comparte y sí divide tu vida, aleja a tu hija para que actúe, yerre, crezca y viva. Plántate, pero no para fijarte en un sitio como un monolito ajeno a todo. No seas estatua sino alma volandera. Mira al horizonte. Todo es cielo y el porvenir una promesa. Lo sabes ahora, sentada en el tren, algo roto está ya renaciendo.