No sé adónde nos llevará la inteligencia
artificial, pero sí sé adónde nos conduce la inteligencia humana, tan natural
ella, tan imprevisible; la sal que da alegría a nuestras vidas. Así lo viví el
otro día viendo a Pancho Varona en una sala logroñesa. Un lugar pequeño:
pensemos en una pequeña iglesia románica en la que la gente, devotos todos,
coreábamos cada canción como si nos fuera la vida (pasada) en ello. Panchito
Panchito nos animaba a cantar, nos daba la oblea y sin gesto serio, nosotros celebrábamos
la vida, sin pecados, sin censuras ni cesuras, asumiendo todas nuestras
contradicciones.
Hoy nos movemos por una de las zonas más bonitas de la Rioja: el Camero Viejo. Partimos del pueblo de Hornillos de Cameros. No vamos siguiendo las huellas de dinosaurio (en el yacimiento de La Pellejera se han descubierto 730 icnitas). Aún no son las diez de la mañana y ya brilla el sol con fuerza. Hornillos es un municipio con doce vecinos empadronados. Nosotros somos más de dos docenas y seis coches que aparcamos próximos al exiguo frontón. Hay quien antes de comenzar la travesía las ve venir en movimiento, en el vaivén de los columpios , frente a la Ermita de San Adrián. Ya en ruta no tardaremos mucho en ver los restos de la iglesia de Santa María de la Blanca, en tomar algunas fotos frente al hastial, en Torremuña . Pueblo abandonado que parece haber cobrado nueva vida, y que ahora es noticia a cuenta de una obra de teatro sobre la sustracción de las tablillas del retablo , en la referida iglesia, cinco décadas atrás. Tras avanzar por una pista que deja un hayedo a nuestra d...