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Mostrando las entradas etiquetadas como Roma

Venus

  Hoy no dormirás en uno de los bancos de la Terrazza del Pincio, porque el arte ha decidido concederte un regalo. Superada la medianoche solo reina el silencio y la oscuridad. Gulliver siempre fue tu cuento favorito. Menudo, liliputiense como eres, te cuesta horrores encaramarte sobre la broncínea escultura. No quieres perturbarla. Tratándose de una diosa podría fulminarte con la mirada, reventar tu cabeza como un melón. Ahormas tu cuerpo a las pródigas curvas, al metal fundido, todavía caliente. Al alba tendrás que pisar tierra firme, presa del extrañamiento. A la noche buscarás de nuevo el asilo axilar de Venus.

A galopar, a galopar

  No siendo Livingstone tu espíritu viajero te mueve a ir más allá de las siete colinas, hasta la octava: la colina del Janículo. Quieres coger la distancia apropiada para ver Roma en toda su extensión. Antes de llegar al altozano, a lo lejos, divisas un faro. Miras a tu alrededor ¿Roma ha mudado en Nápoles? No. Es un regalo de los migrantes italianos que fueron a la Argentina. Hoy no lo verás iluminado con los colores patrios. Avanzas hasta situarte bajo la estatua ecuestre de Garibaldi. Pero ahora el espíritu infantil tira de ti y no quieres equinos sino ponis.

El Colíseo cuadrado

  Un popolo di poeti, di artisti, di eroi, di santi, di pensatori, di scienziati, di navigatori, di trasmigratori . Palabras que el viajero lee en el Palazzo della Civiltà Italiana en el Eur, el conocido como el Colíseo cuadrado. Sorprende ver ahí a los poetas, artistas, pensadores, científicos, migrantes, porque estas son las palabras que el dictador Mussolini vertió en 1935 y que sus acciones desdicieron. Un edificio, ejemplo del modernismo racionalista fascista que domina hoy, inerte en el horizonte, próximo a la Basílica de San Pedro y San Pablo, cuyo interior permanecía vacío a mediodía. Nada que ver con el Panteón.

El agua del pueblo

  ¿Qué sería Roma para el viajero sin sus innumerables fuentes, diseminadas por toda la ciudad, brindando auxilio cuando aprieta la sed y hace mella el calor, incluso a finales de septiembre? Agua fresca que brota de manera ininterrumpida desde los caños. Un alivio para el bolsillo y un beneficio para tantísimos turistas y ciudadanos. Porque además, el agua de las fuentes está buenísima. Agua que llega a las mismas desde los acueductos todavía en uso. De esta manera el legado romano cobra todo su esplendor. Basta observar la inscripción ahora tan de moda y antaño acuñada en las monedas: S.P.Q.R.

Snuff art

  Caminas por los jardines de Villa Borghese y reparas en una escultura. Piensas entonces en la película Tesis, en los snuff movies , al ver como tratan aquí de silenciar a Attilio, al anticlericalista y antimilitarista sardo, después de muerto. También puede tratarse de una simple labor de mantenimiento o conservación, aunque no parezca que aquí haya apenas contaminación, tratándose de un oasis en la ciudad. Lo más probable es que a Attilio se le venere, porque murió en el frente en 1918. Porque pidió seguir tras la decisiva batalla del Piave. ¿Son las contradicciones las que hacen avanzar el mundo?

Bajo el sol del Lacio

  Ves dos esculturas de Botero en la Piazza del Popolo. Luego sabrás que son Adán y Eva. No hay aquí rostros níveos y estilizados -aunque gigantescos- como los de las esculturas de Plensa, sino volúmenes contundentes, donde la desnudez de la pareja bíblica cede el protagonismo al volumen broncíneo, a la opulencia, a las curvas, a la felicidad de la abundancia, en suma. Cara a cara es posible que hablen o les sea suficiente con mirarse o con agitar los cortos brazos anhelantes de un abrazo. La distancia elegida por el autor es la necesaria para que entren dos smart.

¿Que cómo estaba la plaza?

 Mucho titán y mucha fuerza, pero la maldición es no ser carne mortal sino piedra flasheada, piensa Oceanus, sin la posibilidad de alzar el agua y anegarlos a todos, pues más que harto está ya de tanto trajín, del tráfago de gente y tantas fotos, del acarreo de selfis y del lanzamiento de monedas, sin que nadie repare lo más mínimo en él. ¡Oh, pobre titán ninguneado! tan a la vista que nadie te ve ahora en el alud de pantallitas de rostros risueños, alegres y esperanzados, sabedores de que de Roma al Amor basta un cambio de sentido.