Maraña de espinas
El padre
entra en el cuarto, el hijo espera la reprimenda, la advertencia, el consejo.
Algo lleva en la mano. No es una zapatilla ni un cinturón. No puede serlo
porque su padre no es violento. Es un libro que comienza a leer. El hijo mira
al padre desde la cama, la sombra alargada y proyectada a su derecha. Las manos
se agitan. La temática no es propia de un cuento, porque no es un cuento. Es
una novela. El padre lee, le lee Lolita. Lee y explica agitado. Extrae
conclusiones, desbasta el texto del gigante ruso buscando sentido y
significados. El hijo asiente sin pestañear, la almohada sobre el calzoncillo,
y entiende a medias lo que su padre, víctima de la excitación, le dice. Hora de
dormir. ¿Cómo? Roto el encantamiento. Aquello que entró por la puerta siendo su
padre, ahora sale siendo algo más grande, desconocido, ignoto, sorprendente.
Mejor.
Comentarios