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Remembranza

  Vuela la canica transparente para impactar en el muro y caer muerta a los pies del mismo. El niño avanza cauteloso porque en la distancia es incapaz de ponderar el lanzamiento. Apoya la frente en el muro y ve en el ángulo recto que forma este con el suelo de tierra, una protuberancia, una esfera de luz prendida por el sol. La alegría es inmensa, bañando, anegando, el rostro ovalado. Desciende su menudo cuerpo hasta la canica. No hay resquicio alguno entre la superficie esférica y la pared lisa. La guarda en el bolsillo, pero ¿acaso hay milagro sin testigos?

Contradicciones

  Pegado a la blanca pared escucha en el portero automático el requerimiento de sus amigos. Varias voces y una sola palabra. Baja, Bajaa, Bajaaa; cada vez más alto. Palabra que lejos de cumplir con su misión y provocar el movimiento del niño, opera con signo contrario, poniendo de manifiesto un ánimo esclerotizado. El niño tapa las orejas con sus pequeñas manos y desoye el deseo que lo animaría a abrir la puerta de casa, bajar las escaleras, alcanzar la calle, abrazar a sus amigos, irse todos juntos de parranda montados en sus bicis, porque decide resistirse y abundar en sus contradicciones.

Versus Santiago

  Brumas matinales sobre las hortensias, velo húmedo deshecho al pasar la mano, aún tibia, recién amanecida, posada como un pájaro cauto, mano que saluda al peregrino risueño y joven surcando el camino con sus botas de monte y la gigantesca mochila en su fornida espalda, caminando al amparo del frescor diurno, hasta ser recibido quinientos metros más adelante, rebasado el pueblo, por la playa desierta, velada, e introduce los pies en el agua gélida, tonificante, desnuda su cuerpo tras una roca y al contacto con el agua siente una corriente paralizante, la orilla cubierta de algas de toda clase: oro rojo, verde y amarillo; un par de inmersiones y de nuevo vestido y en marcha prosigue su marcha, extrañado mira el reloj, doce de agosto, el país arde cada día por los cuatro costados y él siente el cuerpo húmedo, frío, tremolante bajo la camiseta, la piel es carne de gallina,          cacarearía su alegría                                     si supiera.