El hedonismo desvergonzado de un ramillete de ricachones en
una barcaza de lujo que naufraga. Un vendedor de mierda (abono), de armas de
autodefensa (granadas), dos modelos (Carl y Yaya) registrando su banalidad a
golpe de clic viralizado en redes, un exitoso creador de apps... Östlund ofrece
caricaturas de sus personajes, fotos fijas y huecas, sin nada detrás y nada
delante, o sí: una isla ¿en donde cambiar los rolex? En parte sí, porque el
saber hacer cosas (hacer fuego, pescar) confiere poder al hacedor y la semilla
de la revolución, de la revuelta o mejor: de un simple homicidio.
Envidias el fluido volar de los buitres, la ligereza de las cabras montesas en la cima, a las jóvenes amazonas vascas que te rebasan; mientras, tú, con tus pesados pies y el corazón tan acelerado, camino de la cumbre. Lo logras. Abajo Durango, el mar al fondo. Pero el viento, la posible lluvia, la concurrencia; todo anima al descenso. ¿Ves el hilo de tierra pegada a la roca? El magro camino que te abocará luego al bosque. Manzanas, nueces, castañas entre la tierra húmeda. Observas cómo en la tapia, sin tierra, brotan las margaritas. Siempre logra la vida abrirse paso.