Desatención

 Al contacto sintió un escalofrío, pues no dejaba de ser un desconocido. El bar fue el punto de encuentro. Antes ella había puesto un anuncio por palabras en el periódico local. BUSCO HOMBRE QUE ABORREZCA EL MÓVIL. Sus miradas eran la fragua de la que saltaban chispas. El ruido circundante no lograba apartarlos ni un milímetro de su propósito. Las manos frías de él conseguían sofocar su excitación. Creía haber encontrado lo que había buscado tantísimo tiempo, pero alzando ligeramente el cuello, él miró la tele y estalló de júbilo. ¡Goooooooooooooooooooooooooooooool del Barça! Infinitos son los móviles para la desatención. 

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