Cómo un padre y una madre pueden destrozar la infancia y la
consiguiente vida adulta de sus hijos. Cómo es el ¿cariño? de una madre si es
tóxico y asfixiante. Cómo la manipulación de los sentimientos hacia los hijos
los hará dudar casi de todo. Cómo, sin el patrimonio del cariño y del amor (no
recibido) cuesta tantísimo hacer frente luego a la realidad sin asideros. En su
lugar habrá dolor en el centro de un vacío imposible de colmar. La Mesías hará
reflexionar al espectador sobre estos temas. Aquí es la religión, pero puede
ser cualquier otra cosa la que suponga aislar a unos niños del mundo real. En
términos religiosos, la madre es una oveja descarriada que encontrará en Dios
la salvación de su alma (a cambio ellos deben salvar el mundo) y supondrá la
condenación de sus retoños. Pero no hay aquí redención posible, ni la posibilidad
de una reconciliación, porque es tal el
obcecamiento que no hay el mínimo espacio para la duda o el cuestionamiento de los
actos por parte del padre y de la madre y por eso resulta su visionado tan
doloroso y perturbador, en esta historia tan humana, desoladora y visceral.