Me acuerdo de una tarde de junio en el caluroso verano de 1984 en las piscinas públicas de La Playa. Al lado del puesto de la Cruz Roja, en lo alto de unos postes, en los altavoces comenzó a sonar una canción lenta. Me gustó. Luego supe que se trataba de Bruce Springsteen, al que llamaban The Boss. Cuando años más tarde compré un libro con sus canciones, hoy descuajeringado por el uso, supe que un Buick era un coche y no un nombre propio. La primera vez que oí esa palabra fue cuando sonó The hometown. Entraba y salía de la piscina grande, pasaba a la pequeña y cuando me aproximaba a los altavoces volvía a sonar esa canción que supongo alcanzaría el número uno de Los 40 principales. Meses después sonarían No surrender, Bobby Jean, Born in the USA, canción que dio nombre al disco y que fue un pelotazo. Springsteen fue catapultado al éxito. En el 89 compré el vinilo. Lo escuché una y otra vez. Lo veo ahora en el pasillo. El trasero de Springsteen fotografiado por Leibovitz me lleva al pasado. Detrás hay más vinilos: The River, anterior a The hometown. Es un sueño una mentira si no se hace realidad se pregunta Springsteen en The River. Frases así iban destinadas a la carpeta del instituto. Cuando escuché su quíntuple disco en directo, en la canción The River descubrí una intro bastante larga. En ella Springsteen hablaba de cuando quiso ir a hacer la guerra a Vietnam. Se presentó a los exámenes y suspendió. Al volver a casa sus padres le preguntaron qué tal le había ido. El hijo, cabizbajo, dijo que había suspendido. It´s good, replicó el padre. Un padre con el que Springsteen siempre tuvo sus más y sus menos. Una mala relación que aflorará en canciones como Independence day.
Cuando Springsteen ya es mundialmente conocido gusta de coger el coche y volver a su barrio, a sus raíces, porque hay algo en su historia personal que no ha sido resuelto, una herida que el tiempo no ha cerrado. Años más tarde Springsteen va a ser padre, entonces Douglas Springsteen hará 800 kilómetros para ir a verlo. Sin preámbulos Douglas le suelta que ha sido un buen hijo y él un mal padre. Hiciste lo que pudiste, responderá el hijo. La redención está servida. Springsteen tiene ahora la letra que tanto necesitaba y que solo su padre podía ofrecerle.