Let me in

 

Impregnado por el verde frescor en Ribavellosa, de paseo bajo la salutífera sombra de hayedos, encinas, robles, castaños y tilos inmortales, y luego en cuclillas en el escrutinio de las deposiciones ¿zorro o garduña?, caminas ahora por Torrecilla; paridora de Práxedes Sagasta. Vas sin rumbo fijo: rayuela de terrazas hasta dar con un inmueble que te atrapa. Alzas el cuello y aplaudes ante la espigada casa Solé. Palpas los sillares propios de un castillo, buscas el sol en el reloj, el traqueteo en las repisas ventaneras. El eco de La persistencia de la memoria en las ventanas. Let me in.

Entradas populares de este blog

Los días del devenir

Del abismo al extravío

Volver al hijo