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Sin novedad en el frente

No podemos imaginar diecisiete millones de muertos, no podemos imaginar la muerte de tres millones de soldados sobre el terreno, en dos frentes, en una guerra de trincheras, sin apenas avanzar posiciones durante cuatro años de contienda, entre 1914 y 1918. No podemos entender la alegría de los jóvenes que quieren ir al frente para experimentar la vida y perderla. No podemos imaginarlo, pero vemos cada día cómo algunos dirigentes siguen enviando a sus soldados camino de la muerte y la destrucción, desde sus palacios dorados, los pies sobre las alfombras, la belicosa mirada ensoberbecida entre tapices, mármoles y cuadros, la presunta gloria nublando la cordura. No podemos imaginar a esos militares para quienes una vida sin una guerra es una vida estéril, no podemos imaginarlos enviando a los jóvenes a la muerte, cumpliendo con un deber enajenado. No necesitamos imaginarlo, nos basta con ver Sin novedad en el frente .

Presentes

En mi cumpleaños pienso en un relato que leí en su día, Verónica y los dones , de Pedro Ugarte, donde Verónica siempre acertaba con los regalos que hacía a sus seres queridos. Regalos que no eran el fruto maduro de un deseo musitado, o dejándolo caer, cuando no una afirmación abonando el camino, sino el resultado de la aguda observación, del pleno conocimiento, del predictor infalible que a ciencia cierta sabe cuales son nuestros deseos más ocultos. Un presente que causará en el regalado tanto placer como asombro, incluso recelo. En ausencia de Verónica, los regalos son un vinilo de Viva Suecia, un libro de Bruno Belmonte, Toda la verdad sobre los señores de provincias , 14 de abril ( Cerdà me recuerda mucho, para bien, a Vuillard , que tiene un libro magnífico: 14 de julio ), una colonia, un cómic: Warburg & Beach, el poemario bilingüe de Rimbaud, en suma, el reverso de las no-cosas de Byung-Chul Han.

As bestas

Dicen los biólogos que es nuestra complejidad la que nos mata. En el plano social no sabemos si lo que nos mata es nuestra complejidad o nuestra simpleza. Vemos que hay odios atávicos que parecen todavía colear de la guerra de la independencia, instintos de supervivencia e intereses que colisionan con los de otros vecinos, ¿son todos los intereses igual de legítimos?  Tenías que haber amanecido en otra aldea , oímos en la película. Todo es azar y destino trágico. La idea de regresar a una arcadia se muestra imposible. Cómo gestionar la violencia y el miedo que impiden la pacífica convivencia. Hay muchas capas. Una es saber cuándo y dónde hemos encontrado nuestro hogar. Formar parte de algo, con todos los peros que se quieran. Y hablarnos del valor, de seguir el camino de la justicia y no el de la venganza. Testimonio asimismo sobre los equívocos entre madres e hijas y la posibilidad de entender las cosas como son, acerca de la naturaleza del amor. Y el dinero como una sombra ominosa,

La multitud airada

Veo el documental Cuatro horas en el Capitolio y resulta asombroso que no murieran en el asalto más personas, ese 6 de enero de 2021. Salen individuos para quienes Trump es un enviado de Dios, ¿de qué Dios?. Invididuos que forman parte de los Proud Boys , los chicos orgullosos, ¿de qué?. A la voz de su jefe, Trump, van hacia el Capitolio, echando pestes de la élite política ¿No lo es Trump?. Les han birlado las elecciones presidenciales de 2020. Los ¿patriotas? se van amontonando contra las vallas, hasta que las fuerzas del orden son incapaces de controlar aquella marea humana, que como una tromba de agua va ocupando cualquier resquicio que les permita acceder al edificio.  El documental se convierte en un película de terror, no por lo que pasó, sino por lo que podía haber pasado: una matanza. Lo que parece una broma mayúscula, como ver a un fulano vestido con pieles, a lo Buffalo Bill, paseándose por el Capitolio como Pedro por su casa, al grito de 1783, el año de la Independencia, d

Narcisas

Pantallita, pantallita, ¿quién es la más bella de toda la blogosfera? Sin duda alguna, tú, no. ............................. Clic, clic, clic: Subconsciente bloqueado con éxito.

LXIV

A mitad del camino de nuestra vida , escribía Dante. Serían los cuarenta y pico ahora. Bastantes menos en los años del poeta. Veo un reportaje de un joven deportista ultrafondista que superados los veintipocos, un cuarto en el camino de su vida, ha visto cumplidos todos sus sueños. Ha tachado de una lista todas las grandes pruebas que quería ganar cuando era un crío. Apenas unos pocos años atrás. No hay alegría en el hecho de alcanzar la gloria, esa cumbre, sino vacío, el abismo que te mira a los ojos. Ahora qué, es la pregunta. El resto, para bien o para mal, no tenemos ocasión para estos dilemas existenciales. No hay Himalayas en el horizonte, a lo más El León dormido, el Monte el Corvo, el Monte Toloño. Unos sueños de andar por casa, una felicidad somera y tan común que bien nos cabe en el monedero.  

Solaces pre-solares

Cambia tanto la fisonomía de la ciudad que ya es imposible encontrar en el centro urbano los descampados de mi niñez. Sin embargo, en las zonas periféricas, el boom inmobiliario estalló y quedaron edificios sin construir, en terrenos desiertos, y allí es posible encontrar hoy lomas cubiertas de vegetación o de rastrojos, por las cuales pululan perros tirando de las correas de sus amos, embebidos estos en el líquido amniótico de pantallas cristalinas. Paseo y paso desapercibido, subo y bajo por   montículos de tierra reseca, amarilleados por hierba rala, aparto latas con el pie, y me embarga la felicidad, al recuperar, por unos momentos, algo que ya daba por perdido: el solaz previo al solar.