Vas buscando una alternativa a la carretera, por eso te encuentras ahora en un camino alfombrado; vas con mucho cuidado de no romper el cambio en los surcos. Al frente ves el peñasco, encaramadas en el mismo las ruinas del Castillo de Clavijo. En el pueblo sopla un viento fresco e incómodo. Repones fuerzas en el desértico centro social. Al regresar, el paisaje se torna infinito. Logroño desparramado en su totalidad practicando la horizontal. Detrás la Sierra de Cantabria, el León Dormido, la Sierra de Codés. Sientes la velocidad; los coches pegados al culo. Van buscando una recta para rebasarte.