Nada que ver con la sensualidad
que rezuman los bikini bridge, pero después de la ascensión, bien ventilado tras
atravesar el collado, habiendo dejado de lado el vivac y pisando lascas de
piedra, lejos ya del cascabeleo de los cencerros y cada vez más cerca de un
cielo despejado y elástico, ya en la cumbre, es menester sacar el móvil y
ejecutar un sándwich leg. Al frente los picos graníticos recortándose en el horizonte,
buscando (como a Willy) el ibón de Acherito, reflejo de agua en lontananza que no
atiende a un espejismo, a pesar del esfuerzo y la fatiga.
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