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Quimboa Alto


Nada que ver con la sensualidad que rezuman los bikini bridge, pero después de la ascensión, bien ventilado tras atravesar el collado, habiendo dejado de lado el vivac y pisando lascas de piedra, lejos ya del cascabeleo de los cencerros y cada vez más cerca de un cielo despejado y elástico, ya en la cumbre, es menester sacar el móvil y ejecutar un sándwich leg. Al frente los picos graníticos recortándose en el horizonte, buscando (como a Willy) el ibón de Acherito, reflejo de agua en lontananza que no atiende a un espejismo, a pesar del esfuerzo y la fatiga.

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Los días del devenir

    Sinopsis   Los días del devenir son días significativos en las vidas de los septuagenarios Loreto y Julio. Un taller de escritura recreativa impartido por Sandra, en la residencia de personas mayores donde viven, les abrirá la puerta de su pasado a los recuerdos, en forma de viajes, aventuras, rupturas, desgracias, ausencias, desventuras o confesiones. El folio en blanco será para Loreto y Julio el terreno en el que desvivirse a diario, también la manera de conocerse mejor y reconocer asimismo al otro. Treinta días frenéticos para el lector, que se verá abocado a una hilarante narración llena de sorpresas y hallazgos alentada por la imaginación desbordante de Francisco Hermoso de Mendoza, que trata de curarse aquí de la enfermedad de contar, con una prosa plástica, voluptuosa y precisa .  La novela se principia con esta cita de Lorenzo Oliván .     El escritor Manuel Fernández Labrada reseña Los días del devenir en su espléndido blog de literatura Saltus Altus .   -&g

Del abismo al extravío

  Descubre el genio creador dentro de sí al frotarse la espalda contra la pared, rebajando así la picazón que le producen los gigantescos granos de la espalda, plenos de líquido. No se concede otro deseo que el de poder abundar en sus pensamientos, devenir un eremita, convertir su cerebro en piedra (pero elástica). Anhela forjar su particular cosmovisión. Y así desplaza fronteras, centrifuga amistades. Camina solo en su ascensión. Albergará toda la soledad del mundo en su interior. Piensa que cuando mira largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de él. Será la razón extraviada su laberinto inexpugnable.

Volver al hijo

       Me acuerdo de una tarde de junio en el caluroso verano de 1984 en las piscinas públicas de La Playa. Al lado del puesto de la Cruz Roja, en lo alto de unos postes, en los altavoces comenzó a sonar una canción lenta. Me gustó. Luego supe que se trataba de Bruce Springsteen, al que llamaban The Boss. Cuando años más tarde compré un libro con sus canciones, hoy descuajeringado por el uso, supe que un Buick era un coche y no un nombre propio. La primera vez que oí esa palabra fue cuando sonó The hometown . Entraba y salía de la piscina grande, pasaba a la pequeña y cuando me aproximaba a los altavoces volvía a sonar esa canción que supongo alcanzaría el número uno de Los 40 principales. Meses después sonarían No surrender, Bobby Jean, Born in the USA , canción que dio nombre al disco y que fue un pelotazo. Springsteen fue catapultado al éxito. En el 89 compré el vinilo. Lo escuché una y otra vez. Lo veo ahora en el pasillo. El trasero de Springsteen fotografiado por Leibovitz me ll