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Por tierras navarras

  Aún a finales de marzo, a las nueve de la mañana, hace un frío que pela y las manos en el manillar se ofrecen agarrotadas, hasta que en La Población, en las faldas del León Dormido, las frotas con brío, no para hacer fuego, pero sí para hacerlas entrar en calor, camino del Santuario de Codés, al que no podéis acceder por una pista devenida en venero, por donde fluye mansamente el agua límpida, así que por el asfalto llegaréis al lugar sagrado, y no para rezar, sino para tomar un café con leche bien caliente con una magdalena, en la hospedería, para luego de regreso, dejando Azuelo a vuestra derecha -pueblo que habéis visitado a la ida, probando el fresca agua de los caños de la fuente- paráis en Torralba del Río, en una visita totalmente inopinada.    Os sorprende, callejeando por sus calles desiertas, leyendo los carteles explicativos, que el Coco , el Sacamantecas , sea aquí un pobre cantante, un guitarrista para más detalles, el Pobre Guitarras , el responsable de ...

¿Conectados?

  En The Game , Baricco hablaba hace un lustro de los móviles como un segundo corazón. Hablaría hoy de un corazón primario. Objeto dispuesto en las mesas de trabajo, en las manos como alerones horizontales de nuestras orejas. Aparato iluminado constantemente al ritmo de las notificaciones. De tal manera que el presente se torna orgánico y el aparato es hoy un apéndice, la proyección de nuestro yo, aquel Tamagotchi hoy inteligente que no deja de reclamar nuestra atención constantemente, despejando de nosotros todo lo demás. Vaciado que subsume y conecta, desconectándonos. Del solipsismo a la más radical indiferencia hay un paso.