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Hildegart Rodríguez

  Hildegart Rodríguez vino a este mundo como el proyecto personal de su madre Aurora, ¿o hemos de llamarla Ocaso? A los dieciocho años Hildegart murió en la cama. No de muerte natural, sino tiroteada por su madre, que no pudo soportar el desplante de la joven, cuando esta quiso tomar su propio camino. La llamada a revolucionar la sociedad española en los años treinta, la joven prodigio, culta, inteligente, feminista, abogada, escritora, comprometida con la izquierda, fue segada como esa idea dañina de tan luminosa. Ahora vienen libros , podcasts , películas para desvelar una historia oculta durante décadas por el Régimen.  
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Estelas

   El cielo es hoy un encerado donde los aviones practican sus ejercicios de caligrafía con sus estelas sobre el auditorio arbóreo. Piensas en términos caligráficos pero también pudiera ser la geometría; la de dos líneas que se cortan. En una discusión lo más llamativo es siempre la colisión de las palabras, la fiereza del lenguaje, la polvareda de las recriminaciones, sin embargo es la estela de lo dicho lo que subsiste y se empecina en ser. Lejos de los protagonistas y su algarada libran su propia batalla. No es caligrafía ni geometría. Lo propio de las estelas es la esgrima.

El cielo en construcción

  Sabes quién hizo el cielo y la tierra. Pero luego hubo que edificarlo. Hoy, al alzar la mirada, no verás el cielo en ruinas sino alguna promoción en marcha. El cielo no deja de expandirse y crecer hacia los confines. Las grúas juguetonas arañan la panza de burro celestial. Eso que se balancea en las alturas y te obliga a ir con cuidado buscando la vertical en la fachada de piedra, parece una plancha metálica, también la cama de un faquir. Sabes cuánta tierra necesita un hombre porque has leído a Tostói. Respecto a cuánto cielo necesita, no sabrías precisarlo.

No tardo

  Penélope lo mira desde el umbral y le reclama un beso. Él se acerca y se lo da, estrechándola entre sus brazos fornidos. Él desconoce que luego la Odísea contará sus gestas, que el texto, ahora entre tus manos, se volverá inmortal. Siempre le trae Ulises algo después de sus múltiples viajes. No, no es un viajante, sino un guerrero, un diplomático marcado por su sagacidad. Penélope tiene hoy un presentimiento. El umbral es en ese momento un abismo. Dos décadas llevan ya percutiendo en su cerebro las últimas palabras -fueron dos- de su amado a la partida. No tardo. 

Lo que se avecina

  Estas son algunas de las lecturas que pienso acometer en las semanas navideñas venideras.

El otro

    Abreva tanto el terror en los lugares comunes que sorprende ir a las fuentes, a esta película de Robert Mulligan de 1972, para entender lo que es el terror puro, más cuando median niños. Son los años 30 en América del Norte. Dos hermanos gemelos se entretienen con sus malandanzas y travesuras. Uno de ellos, Holland es un pieza. El otro, Niles, es más comedido. O eso parece, porque en un tris la historia cambiará de rumbo y se desmadrará del todo. Conoceremos de primera mano qué es el mal puro, irremediable, dejando a su alrededor un manojo de muertos.

Una

  Es la identidad un tema que nos ocupa y preocupa, ¿no? Así Una , en la magnífica interpretación de Miriam Odorico, aborda la cuestión, sobre una novela de Pirandello: Uno, ninguno y cien mil . ¿Somos algo intrínseco o la imagen formada a ojos de los demás? Somos lo que somos, lo que pensamos que somos, lo que los demás piensan de nosotros. Un pensamiento capilar que se ramifica en cada espectador. Miriam, tan próxima en el escenario, que no es tal, despliega toda su versatilidad gestual en cada máscara, en cada capa de cebolla, en el mullido grosor de la identidad.