Las sociedades más avanzadas (en lo económico) parecen haber olvidado que en el centro de todo debe estar siempre el ser humano. La Arquitecta es un buen ejemplo de cómo en una Noruega futurista (que puede estar a la vuelta de la esquina) el pensar solo en uno mismo y la especulación inmobiliaria, lleva a la práctica la idea de alojar a las personas bajo tierra, aprovechando los aparcamientos, toda vez que ya no hay coches. La ambición laboral, la falta de escrúpulos, el capitalismo como un rodillo que vacía las almas y que deja escaso margen a la esperanza.
Madera de antihéroe
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