Hildegart Rodríguez vino a este mundo como el proyecto personal de su madre Aurora, ¿o hemos de llamarla Ocaso? A los dieciocho años Hildegart murió en la cama. No de muerte natural, sino tiroteada por su madre, que no pudo soportar el desplante de la joven, cuando esta quiso tomar su propio camino. La llamada a revolucionar la sociedad española en los años treinta, la joven prodigio, culta, inteligente, feminista, abogada, escritora, comprometida con la izquierda, fue segada como esa idea dañina de tan luminosa. Ahora vienen libros , podcasts , películas para desvelar una historia oculta durante décadas por el Régimen.
El cielo es hoy un encerado donde los aviones practican sus ejercicios de caligrafía con sus estelas sobre el auditorio arbóreo. Piensas en términos caligráficos pero también pudiera ser la geometría; la de dos líneas que se cortan. En una discusión lo más llamativo es siempre la colisión de las palabras, la fiereza del lenguaje, la polvareda de las recriminaciones, sin embargo es la estela de lo dicho lo que subsiste y se empecina en ser. Lejos de los protagonistas y su algarada libran su propia batalla. No es caligrafía ni geometría. Lo propio de las estelas es la esgrima.