Muere. Asfixiado. Sin oxígeno. Corazón órgano inútil. Aplastado antes sobre la valla. En el puesto fronterizo de Nador. España al otro lado, estirando el brazo. No ha dejado de intentarlo. La tenacidad la aprendió de su madre. Un intento fallido tras otro. Como una pelota de frontenis rebota hacia el interior una docena de ocasiones: Beni Melal, Chichaoua, El Kela des Sraghna... Marruecos es un muro. No puede esperar en Oujda la posible concesión del asilo. Ahora está en Argelia, en Maghnia. No conocerá el amor. Sueña con fronteras porosas. Ha perdido la cuenta de las veces que lo han desvalijado. Duerme bajo un puente. Trabaja en lo que sea. Un pensamiento: sobrevivir. Obtiene una miseria por doce horas de trabajo diario como peón. Otra vez a un centro de internamiento en Libia. Cuando ya ve el final unos brazos lo suben a una embarcación. Caen de la barca neumática. Surca el mediterráneo. Deja tierra firme. Anhela vivir en paz. Tener una vida. Camina hacia Libia. El mapamundi es una abstracción. Ampollas en los pies, la fatiga, el hambre acumulada, el cansancio infinito. El sudor ajeno es el oro negro del capitalismo. Deja el campo para trabajar en una mina clandestina de sol a sol en el norte del Chad. La adolescencia transcurre en Darfur. Tiempo baldío en un campo de refugiados. La vida es un futuro informe. El primer recuerdo es en Sudán corriendo por caminos polvorientos. En al aire el sonido de disparos. No recuerda su infancia. Dos cachetadas en las nalgas. Nace.
Relato incluido en el libro Últimas noticias de la humanidad (Francisco Hermoso de Mendoza; Ápeiron Ediciones, 2023)