Ves dos esculturas de Botero en la Piazza del Popolo. Luego sabrás que son Adán y Eva. No hay aquí rostros níveos y estilizados -aunque gigantescos- como los de las esculturas de Plensa, sino volúmenes contundentes, donde la desnudez de la pareja bíblica cede el protagonismo al volumen broncíneo, a la opulencia, a las curvas, a la felicidad de la abundancia, en suma. Cara a cara es posible que hablen o les sea suficiente con mirarse o con agitar los cortos brazos anhelantes de un abrazo. La distancia elegida por el autor es la necesaria para que entren dos smart.