Las tensiones entre los urbanitas
(foráneos. No sois de aquí, han de escuchar) y los lugareños son analizadas en
Suro. Las teorías puestas en práctica: la posibilidad materializada de vivir en
el campo. La realidad no es algo a desmano, está ahí y es ineludible actuar. La
violencia patente tiene que ver con las condiciones laborales (particulares) de
los temporeros, con la desigualdad general. La empatía inicia un movimiento en
espiral: atrae y repele al unísono. El amor en la pareja se verá cuestionado
por las acciones de cada miembro de la pareja. ¿Quién es el otro? ¿Qué es uno?
Envidias el fluido volar de los buitres, la ligereza de las cabras montesas en la cima, a las jóvenes amazonas vascas que te rebasan; mientras, tú, con tus pesados pies y el corazón tan acelerado, camino de la cumbre. Lo logras. Abajo Durango, el mar al fondo. Pero el viento, la posible lluvia, la concurrencia; todo anima al descenso. ¿Ves el hilo de tierra pegada a la roca? El magro camino que te abocará luego al bosque. Manzanas, nueces, castañas entre la tierra húmeda. Observas cómo en la tapia, sin tierra, brotan las margaritas. Siempre logra la vida abrirse paso.
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