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No tardo

 Penélope lo mira desde el umbral y le reclama un beso. Él se acerca y se lo da, estrechándola entre sus brazos fornidos. Él desconoce que luego la Odísea contará sus gestas, que el texto, ahora entre tus manos, se volverá inmortal. Siempre le trae Ulises algo después de sus múltiples viajes. No, no es un viajante, sino un guerrero, un diplomático marcado por su sagacidad. Penélope tiene hoy un presentimiento. El umbral es en ese momento un abismo. Dos décadas llevan ya percutiendo en su cerebro las últimas palabras -fueron dos- de su amado a la partida. No tardo. 

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Untzillaitz

Envidias el fluido volar de los buitres, la ligereza de las cabras montesas en la cima, a las jóvenes amazonas vascas que te rebasan; mientras, tú, con tus pesados pies y el corazón tan acelerado, camino de la cumbre. Lo logras. Abajo Durango, el mar al fondo. Pero el viento, la posible lluvia, la concurrencia; todo anima al descenso. ¿Ves el hilo de tierra pegada a la roca? El magro camino que te abocará luego al bosque. Manzanas, nueces, castañas entre la tierra húmeda.  Observas cómo en la tapia, sin tierra, brotan las margaritas. Siempre logra la vida abrirse paso.

Los días del devenir

        Sinopsis   Los días del devenir son días significativos en las vidas de los septuagenarios Loreto y Julio. Un taller de escritura recreativa impartido por Sandra, en la residencia de personas mayores donde viven, les abrirá la puerta de su pasado a los recuerdos, en forma de viajes, aventuras, rupturas, desgracias, ausencias, desventuras o confesiones. El folio en blanco será para Loreto y Julio el terreno en el que desvivirse a diario, también la manera de conocerse mejor y reconocer asimismo al otro. Treinta días frenéticos para el lector, que se verá abocado a una hilarante narración llena de sorpresas y hallazgos alentada por la imaginación desbordante de Francisco Hermoso de Mendoza, que trata de curarse aquí de la enfermedad de contar, con una prosa plástica, voluptuosa y precisa .  La novela se principia con esta cita de Lorenzo Oliván .     El escritor Manuel Fernández Labrada reseña Los días del devenir en su esplénd...

San Justi, arco de la Balzarra

  Haz del día más corto del año el más cundido. Madruga, pero no demasiado, y aprovecha del buen hacer de un conductor de primera, para cruzar en autobús al otro lado del León Dormido, junto a otros cuarenta y tres excursionistas. La niebla se disipa y la lluvia no hace acto de presencia. Comienza la leve ascensión. No es un calvario, pero verás la cruz de Arluzea, el buzón, el horizonte replicándose en la distancia. La Navidad y el Belén van de la mano. Uno chiquitín quedará instilado en la roca del arco de la Balzarra. Suenan los villancicos. Huyen las aves. Imposible competir con el trino de los pájaros. Luego el descenso. Arluzea tiene 35 vecinos. Somos 44. Ocupamos el municipio en plan bien, porque dejamos la quesería bajo mínimos. En esa tierra extraña que es el Condado de Treviño -una isla burgalesa en territorio vasco-, acabamos en Ascarza, en una sidrería. La comida es sota, caballo y rey. Muy buena, sí. Lo importante aquí son las canciones. Una canción no es canción hasta...