En Minimosca
hay una búsqueda, un seguir la pista a alguien, aquí la de un poeta boxeador. Y
pienso en El perdedor, de Bukowski. El espíritu de la novela de Gustavo, si tal
idea procede, me recuerda a películas que he disfrutado mucho como Cerrar los
ojos o Trenque Lauquen. A novelas, Los detectives salvajes, siguiendo la pista de
Cesárea Tinajero. A María Belmonte siguiendo los pasos de los peregrinos de la
belleza, por Italia o Grecia. Sin pretenderlo, la literatura cae de lado de la
novela negra, no solo por el lado de los muertos, también de los desaparecidos.