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Y todos arderán


 
Y todos arderán, de David Hebrero, me recuerda a la serie 30 monedas, cambiando Arévalo por Pedraza. Pueblos pequeños-infiernos grandes en los que se cuecen los jugos de las envidias y rencillas seculares, embebidas en leyendas demoniacas. Hace décadas un niño fue sacrificado. Hoy, una mujer cuyo hijo se suicidó, harto del acoso y hostigamiento recibido a cuenta de no "ser normal" ya que sufra enanismo, quiere hacer lo mismo tirándose de un puente. No sale su empresa según lo previsto pues será retenida por una niña con superpoderes, a través de la cual la madre logrará hablar con Lolo, su hijo muerto.
La estética de la película parece sacada de un cuento de los hermanos Grimm, saltándose a la torera cualquier corrección política. En ese sentido la película es gamberra, desenfadada, transgresora y es su punto fuerte. Pero a medida que avanza el metraje va perdiendo fuelle, y esto también me recuerda a la serie de Álex de la Iglesia. Abunda en el disparate, sin hacer ascos a lo gore, ni a lo terrorífico, ni a las postrimerías apocalípticas. 
Macarena Gómez, en la piel de María José, estos papeles los borda.

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