Salís de Foncea para dar comienzo a una ruta que invita al cachondeo: Vuelta por Meriendillas. Y también al recuerdo. Nocilla ¡Qué meriendilla! A unos les recordará el anuncio. A los viejos rockeros les sonará la tonadilla de Siniestro Total. La lluvia no hará acto de presencia, y el sol y la subes entrarán y saldrán del escenario montañoso de la mano de las continuas subidas y bajadas. Primero la cima del monte Peña Las Yeguas. Luego, en la cima de las Meriendillas, a escasos mil metros, os recibirá un cristo metálico. Un poco más abajo un pesebre con una fotografía familiar incluida. Seguís la ruta. Os será suficiente con asomaros a la rendija abierta en la roca para haceros una idea de la profundidad de la Cueva de los Tasugos. Seguiréis el camino por el borde entre La Rioja: desparramada en la llanura parcelada de un verde vívido, y Castilla y León: ariscada y granítica. La mirada irá al cielo nuboso y a ratos esclarecido; a la sucesión de árboles, sean pinos, encinas, bojs, o bien arbustos: rododendros; a la tierra removida o revolcada por el ímpetu de los jabalíes; incluso a la contemplación de los capullos de procesionaria coronando los pinos. A lo lejos asomará el lomo de un caballo, más presente en las huellas impresas en la tierra blanda, sometida al agua y convertida en barro en algunos tramos del bosque. La laguna de Foncea será un espejismo que brillará por su ausencia. A falta de medio kilómetro, desde lo alto, Foncea (Font-zea: fuente de la casa) se desplegará ante la vista del excursionista como un pergamino. En El Trillo, al calorcillo, toca reponer fuerzas, entrar en calor, entre palabras y despachar bebidas y dulces. Suma trece kilómetros.
Envidias el fluido volar de los buitres, la ligereza de las cabras montesas en la cima, a las jóvenes amazonas vascas que te rebasan; mientras, tú, con tus pesados pies y el corazón tan acelerado, camino de la cumbre. Lo logras. Abajo Durango, el mar al fondo. Pero el viento, la posible lluvia, la concurrencia; todo anima al descenso. ¿Ves el hilo de tierra pegada a la roca? El magro camino que te abocará luego al bosque. Manzanas, nueces, castañas entre la tierra húmeda. Observas cómo en la tapia, sin tierra, brotan las margaritas. Siempre logra la vida abrirse paso.