Al otro lado de ese monte con nombre de animal, el León Dormido, está próximo el municipio alavés de Korres. En el aparcamiento, a cuatro grados bajo cero es menester dar palmas para entrar en calor. Bienvenidas sean las cuestas para que el motor corporal comience a carburar. El frío poco a poco cede. Dejamos atrás las plantas veladas por la escarcha, el cielo raso bañándose en la frágil estructura de los charcos helados, a medida que el sol nos vaya calentando camino de las cumbres. En el sendero, protegidos por el bosque, a ratos embarrado, sale al paso una oquedad, que bien puede ser una nevera o una calera. Luego, en la cumbre, nos asomamos en el mirador para empacharnos del horizonte pespunteado de un aluvión de cumbres en lontananza. Algunas nevadas, como la del San Lorenzo. Seguimos hacia la Peña del Santo, y a mediodía hacemos la obligada parada para almorzar. Seguro que San Román, de buena gana, dejaría su descanso eterno en la ermita rupestre para echarse al gaznate unas rodajitas de salchichón de jabalí con unas regañás y unas porciones de bizcocho, para unirse a nuestro grupo y celebrar la vida y la montaña. Al frente, mientras yantamos, el León Dormido, visto desde el otro lado, que por otros lares recibe otros nombres, como Peña de La Población. Más adelante otra ascensión, hacia La Muela (1055 metros) y una breve parada en el vértice geodésico. En la distancia el Soila. Y el aire removido por el vuelo de las águilas culebreras, los halcones peregrinos o los buitres. A saber. Luego descendemos suavemente sobre guijarros y raíces encontradizas, no muy lejos del precipicio. El paisaje cambia y la mano humana se manifiesta en la presa de Aranbaltza. La quietud del agua empapa el ánimo de la misma calma. Pero el movimiento es la razón de ser de la marcha y hay que continuar hasta Korres, ascender por sus calles, beber del agua fresca que mana de sus fuentes, hasta encontrar el calor de la barra del bar, en el Centro Social, frente al Centro de Interpretación del Parque Natural de Izki, donde beber, platicar y comer antes de regresar.