Una mañana de sábado muy fresca para ser finales de julio, con niebla y gotas en suspensión. La salida la hacemos desde Musitu, en Álava. El camino discurre por una pista forestal.
No vemos excursionistas pero sí motociclistas, coches, mastines, cabras y mariposas.
En la primera parte del trayecto lo mejor será la parada, después de hacer cumbre, junto a una cruz de piedra, para hincarle el diente al esponjoso bizcocho de Carmelo, bien regado con licor de maguillas.
La segunda parte de la ruta, ya con sol, nos abocará al barranco de Igoroin. A pesar de las muchas lluvias primaverales, el barranco se ofrece hoy seco y no hay tampoco ni rastro de las cascadas. No obstante el paisaje es bien bonito, merced a la bóveda vegetal que impide la entrada del sol. Y una apreciable masa forestal que ofrece una gran densidad arbórea que me trae en mientes las feracidad de Somiedo.
En el interior del bosque veremos las ruinas de un antiguo molino, que antaño cifraba muy bien el eficaz aprovechamiento del agua.
Vale la pena adentrarse luego, a la altura de Cicujano, en uno de los túneles de la vía del ferrocarril Vasco-Navarro que comunicaba Estella con Vitoria. Hoy convertida en Vía Verde. En el interior del túnel, de algo más de 300 metros de longitud, hay 45 murales con escenas de la vida cotidiana y también de la fauna y flora local. En su momento el paseo también era acústico. Sin embargo, hoy no funcionaba, y solo pusimos a trabajar los ojos.
Un poco antes de nuestro regreso a Musitu donde veremos el grandísimo lavadero junto a la fuente, hay una apreciable escultura metálica de un excursionista hecha con tornillos, al lado de una cruz de forja.
Luego nos trasladamos a Maeztu, donde picaremos algo antes de regresar a Logroño. En total algo más de doce kilómetros de ruta.