¿Hay solución para un corazón hecho trizas? Seamos optimistas y respondamos que sí. Armemos un relato y démosle sentido. Algo así pergeña en su libro, Qué quieres ser de muerto, Jesús Montiel. El balance no se hace al final de la existencia, sino a los cuarenta. El autor se ha separado y trata de poner por escrito sus pensamientos. Supongo que la meditación y el rollo zen ayudarán a recomponerse, a rehacer su vida, como oímos siempre tras una ruptura amorosa. El tema es cuando hay niños por medio, y el miedo, como padre, es hacerlos sufrir. Contando en cada separación los días que restan hasta el próximo reencuentro.
El texto podemos asumirlo como una confesión. Al otro lado no hay un cura, sino un lector, incapaz de conceder absolución alguna, más allá del consuelo intangible de la lectura. La escritura es entonces expiación, punto de fuga, también la manera de enlistar los momentos felices vividos hasta la fecha.
El regreso al pasado de Jesús sirve para levantar acta de un mundo doméstico que va camino de su extinción. Las manos y piernas de sus abuelos ahora están paradas. La actividad dio paso a la calma. El frenesí al tedio. La vida a la muerte. Así las cosas Jesús busca reconciliarse con el mundo. Para ello siempre viene bien un abrazo, una palabra cariñosa, una sonrisa. Sí, conocemos esta musiquilla y nos gusta. Porque todos queremos días amables (aún más cuando soplan vientos navideños), plumeros en lugar de puños de acero, un buenos días aunque sea por WhatsApp.
Cuídense y que el presente les sea leve.

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