Atacar la cumbre

Veía Meru, odisea en el himalaya, disfrutaba de los paisajes increíbles que brindan seis mil metros de altitud, el silencio, la nieve, el ser humano desafiando sus límites. La escalada es aquí compañerismo y confianza mutua. Y saber cuándo hay que de darse la vuelta, aunque duela, para no encaminarse hacia una muerte segura. Así, los tres escaladores que tratan de atacar la cumbre del Meru: Conrad, Jimmy y Renan, lo intentan en 2008. Pero a pocos metros de la cumbre, sin alimento y habiendo estado demasiados días en la montaña, deciden abandonar. Jimmy, en 2011 sufre una avalancha de nieve practicando snowboard y sobrevive milagrosamente. Renan, días atrás, se había fracturado el craneo en un descenso. No queda tetrapléjico de chiripa y sufre lesiones óseas en distintas partes de su cuerpo. Pero seis meses después de estos lances, el trío decide volver al Meru y esta vez sí que logran atacar la cumbre. Leer es algo parecido. Intentas culminar un libro, una saga, o una heptalogía y llega un momento en el que sabes que tienes que abandonar. Me pasó esto cuando leía En busca del tiempo perdido en 2010. En 2022 recuperé la lectura con energías renovadas y mucho mejor preparado. Así superé el campo base (Por el camino de Swann), el Campo I (A las sombras de la muchachas en flor), el Campo II (El mundo de Guermantes) y voy camino del Campo III (Sodoma y Gomorra), IV, V y VI. ¿Será esta la ascensión definitiva? No lo sé. Pero ahí voy poco a poco camino de esta cumbre literaria, explorando mis límites. Ascensión en la que voy solo.

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