Cómo la topografía condiciona a veces el paisanaje queda evidenciada en Zone Blanche, sugerente serie francesa rodada en Los Vosgos. La sempiterna niebla, el aliento del bosque y su defensa ante el daño que le infligen los humanos (me evoca a Jordskott), las rencillas personales entre la familia del alcalde y los vecinos, los ímprobos esfuerzos de la inspectora local por imponer el orden en aguas tan revueltas, los actos de sabotaje de un grupo de jóvenes y los mitos que datan de la época de los romanos, como Cernunnos, deidad suprema. Todo finalmente en el aire. Irrespirable, sin duda.
Envidias el fluido volar de los buitres, la ligereza de las cabras montesas en la cima, a las jóvenes amazonas vascas que te rebasan; mientras, tú, con tus pesados pies y el corazón tan acelerado, camino de la cumbre. Lo logras. Abajo Durango, el mar al fondo. Pero el viento, la posible lluvia, la concurrencia; todo anima al descenso. ¿Ves el hilo de tierra pegada a la roca? El magro camino que te abocará luego al bosque. Manzanas, nueces, castañas entre la tierra húmeda. Observas cómo en la tapia, sin tierra, brotan las margaritas. Siempre logra la vida abrirse paso.
Comentarios
Publicar un comentario