¿Qué códigos rigen en la montaña? ¿Qué lleva a un hombre a jugarse la vida para depositar las cenizas de su amada en la cumbre del Annapurna? ¿Qué abismo se esconde detrás del logro (aparentemente) totalizador de haber hecho todos los ochomiles de este planeta? La película La cima parece dispuesta a plantear más que a responder a estas preguntas. El ser humano resulta en este hábitat algo impropio, ajeno a las montañas; una marioneta en manos del hielo, del frío, del mal de altura. A ocho mil metros, la vida y la muerte danzan una coreografía macabra y ensimismada.
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