La península de las casas vacías ficciona el pasado, tamizado por el realismo mágico, pero sin menoscabar un ápice todo su dramatismo, pues ¿hay una tragedia mayor que una guerra fratricida? La guerra civil será la excusa perfecta para saldar deudas pendientes, afrentas, rencillas, el quítate tú para ponerme yo, para dar el paseíllo al vecino, al agricultor, al jornalero, al maestro, y ajusticiar asimismo a los curas, los terratenientes, los caciques, los potentados. Tendrá la Tierra un pensamiento en mente: ¿seré capaz de subsumir tantísima sangre? ¿será el odio capaz de diluirse en el éter sin volverse todos locos?
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