El espectador es aquí el juez
clemente que en sus manos ponderase dos historias: la del verdugo y su víctima.
La del delirante científico e inventor Víctor, y la de su innominada criatura hecha
a retazos, metáfora imposible de la victoria de la vida sobre la muerte. La
criatura monstruosa, por desconocida, será rechazada por su creador, a pesar de
su naturaleza bondadosa. Gran problema es la inmortalidad para quien no deseó
nacer. La criatura busca más el amor que el alimento, la palabra amigo en labios
ajenos es para él pan candeal. Incluso es capaz de perdonar. Monstruo, dicen.

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