La enfermedad del alcohol se ceba con M. Medio grogui dormita en la sala de espera buscando la posición fetal en la típica silla/potro de tortura. Vomita bilis y su corpachón se desparrama. Parece una ballena varada bajo luces blancas y asépticas. Es el aire víctima del olor acre a orín. Luego un ramalazo de conciencia. M siente la necesidad de ir al baño y es acreedor de las miradas ajenas, ¡Ay, el resorte del orgullo! El derecho al respeto para todo ser humano, clama M. Pero la observancia con uno mismo siempre es más laxa, la mirada más distraída.
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