Una pareja en ciernes pondrá a prueba la fortaleza de su relación, el vínculo de su amor, la profundidad de sus inseguridades, la insidia de los celos mutuos, en el espacio mínimo en el que se cocerán las relaciones interpersonales de la pareja, cuando él alquile una habitación dentro de un piso, al acudir a la reunión de antiguos alumnos. Regresan las viejas anécdotas y el pasado hará reverdecer la inmadurez en él. Ella verá a su novio con otros ojos cuando otro inquilino del inmueble les obligue a replantearse muchos aspectos de su relación. Abocados a un final abierto.
Envidias el fluido volar de los buitres, la ligereza de las cabras montesas en la cima, a las jóvenes amazonas vascas que te rebasan; mientras, tú, con tus pesados pies y el corazón tan acelerado, camino de la cumbre. Lo logras. Abajo Durango, el mar al fondo. Pero el viento, la posible lluvia, la concurrencia; todo anima al descenso. ¿Ves el hilo de tierra pegada a la roca? El magro camino que te abocará luego al bosque. Manzanas, nueces, castañas entre la tierra húmeda. Observas cómo en la tapia, sin tierra, brotan las margaritas. Siempre logra la vida abrirse paso.
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