Ir al contenido principal

Hornillos de Cameros, Torremuña, Nido Cuervo, La Atalaya

Hoy nos movemos por una de las zonas más bonitas de la Rioja: el Camero Viejo. Partimos del pueblo de Hornillos de Cameros. No vamos siguiendo las huellas de dinosaurio (en el yacimiento de La Pellejera se han descubierto 730 icnitas). Aún no son las diez de la mañana y ya brilla el sol con fuerza. 
Hornillos es un municipio con doce vecinos empadronados. Nosotros somos más de dos docenas y seis coches que aparcamos próximos al exiguo frontón. Hay quien antes de comenzar la travesía las ve venir en movimiento, en el vaivén de los columpios, frente a la Ermita de San Adrián.
Ya en ruta no tardaremos mucho en ver los restos de la iglesia de Santa María de la Blanca, en Torremuña. Pueblo abandonado que parece haber cobrado nueva vida, y que ahora es noticia a cuenta de una obra de teatro sobre la sustracción de las tablillas del retablo, en la referida iglesia, cinco décadas atrás.
Tras avanzar por una pista que deja un hayedo a nuestra derecha, comenzaremos la ascensión siguiendo la GR-93. Quizás los areogeneradores han espantado las aves y el Nido Cuervo y su refugio ya no son hoy nido para ninguna ave. Por no hablar de cómo la pupila se ve también espantada, a medida que ve cómo una parte del paisaje (La patria es el paisaje escribió Ortega y Gasset) al que dan lugar las cumbres en el horizonte, ha sido vilipendiado por estos molinos, que uno bien puede confundir con gigantes (miden casi setenta metros) sin haber perdido (todavía) el juicio. 
Es el momento para el recreo, y así repostar y darnos al dulce: membrillo, bizcocho, nueces garrapiñadas, hojaldres almendrados, surgidos de las hacendosas y generosas manos grupales.
De Nido Cuervo a la Atalaya acometeremos un agradable paseo por una pista bien alfombrada y mullida, donde incluso el atento excursionista puede ver el milagro de las aguas surgentes.
Ya en la Atalaya, sobre el punto geodésico (1518 m), la mirada se desparrama en todas las direcciones; bien hacia La Monjía, Treguajantes, Santa Marina (parte de las antaño denominadas Alpujarras cameranas); bien hacia Hornillos (a los pies); O alzando la mirada, un poco más lejos, hacia Trevijano y Luezas. En una roca palpita la vida y advertimos un nido de mariquitas.
Un cómodo descenso nos sitúa prontamente en Hornillos, donde a medida que uno callejee apreciará la belleza de sus casas, la perfecta conjunción de la piedra y la madera en el hábil tratamiento de las formas, hasta llegar a la plaza, donde beber el agua fría y abundante de la fuente que data de 1904.

Entradas populares de este blog

Untzillaitz

Envidias el fluido volar de los buitres, la ligereza de las cabras montesas en la cima, a las jóvenes amazonas vascas que te rebasan; mientras, tú, con tus pesados pies y el corazón tan acelerado, camino de la cumbre. Lo logras. Abajo Durango, el mar al fondo. Pero el viento, la posible lluvia, la concurrencia; todo anima al descenso. ¿Ves el hilo de tierra pegada a la roca? El magro camino que te abocará luego al bosque. Manzanas, nueces, castañas entre la tierra húmeda.  Observas cómo en la tapia, sin tierra, brotan las margaritas. Siempre logra la vida abrirse paso.

San Lorenzo

  No hay que esperar a la Navidad para pasar una noche buena. Tampoco es necesario esperar a la Nochevieja para ascender el monte más alto de la Rioja, el San Lorenzo. Por eso, hoy, 30 de diciembre van once discípulos de la montaña hacia la cumbre nevada. Cuesta verlos entre el blanco cegador, cuando en el mirada se funden el blanco de la nieve y el éter del mar de nubes. No os llegará la algarabía de los niños abajo esquiando, porque en lo alto reina el silencio, solo roto en la cima por el petardazo del cava espumoso, 100% natural, haciendo acto de presencia. Al resguardo del aire, las espaldas apoyadas en la caseta de lata, las copas en alto, en un trajinar de nueces garrapiñadas, polvorones, palmeras caseras, chocolates varios, irá la alegría hilando palabras, villancicos, propósitos. La mirada se desparrama en todas las direcciones desde el panóptico en el que el monte se ha transformado. El hielo irá desplegando su arte en pequeñas joyas, para la mirada atenta. El sol, reb...