Escape sería el exit, el éxitus, la muerte. O no. El protagonista de la película no quiere nada, ni siquiera un nombre. Se lo cambia y su nombre pasa a ser su deneí, letra incluida. No quiere hacer nada, tomar ninguna decisión. Piensa que en la cárcel solucionará todos sus problemas, que se lo darán todo hecho. Muy mal debe andar uno de la azotea cuando una camisa de fuerza aherrojando tu cuerpo es lo más parecido a la felicidad. Esta nada a la que aspira el protagonista, su nihilismo radical, puede devenir en una nadería fílmica. Es un peligro que la película asume y se consuma en su metraje interminable.