La jornada de hoy concentra el interés (geológico) en las tres dolinas que la ruta pondrá a vuestra disposición. La primera
es la de la Cueva (a la que se accede después de un considerable repecho), la más
pequeña. La dolina es una depresión de origen kárstico, una hoya, una ausencia
de la naturaleza.
Siguiendo por el espinoso sendero, abrazados por las ramas de los pinos -algunos ya velados por las urticantes procesionarias- y sus plumeros de agujas, tras asomaros a la dolina de la Redondilla llegaréis al Pico Zenzano, a 1198 metros. Desde el punto geodésico la mirada se emborrachará de horizonte: el León Dormido, la Sierra de Cantabria, Murillo, Ribafrecha, Leza, Clavijo, los restos del monasterio de San Prudencio, la Real Basílica de Santiago (siglo XVIII)…
Al concluir la ruta, a vista de pájaro, los pueblos como Zenzano caben enteros en la mirada. El sol, a través de las múltiples placas solares que menudean por los tejados, evidencia que sigue siendo una fuente de energía necesaria.
Finalmente, buscando una vía de acceso al pueblo, en la alambrada, veréis cómo las puertas se metamorfosean en somieres; umbral que no conduce al sueño, sino hacia Ventas Blancas, donde culminaréis la jornada entre dulces, risas y palabras.