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Ruta al Guilicerra y Chilizarrias

2025 va llegando a su fin y no hay mejor manera de despedir el año, para un grupo de montaña, que ir al monte a celebrar la vida.  

No nos desplazaremos muy lejos, hasta Ezcaray, para luego coger la carretera que lleva hacia la estación de esquí de Valdezcaray. Pararemos en el kilómetro nueve, en un recodo de la carretera. Ahí comenzará la ruta. El cielo azul se ve velado por las nubes, pero no llueve y el viento no sopla muy fuerte. 

Nos encaminamos por pistas limpias de nieve hasta que llegamos al encuentro de dos muñecos de nieve. A partir de entonces iremos cogiendo altura y menudeará más la nieve.

 

La estampa del Guilicerra


La expedición es hoy un gusano multicolor, también un sartal de cuentas felices
Se abrió un claro entre las nubes, hemos vuelto a ver el sol. Robe nos canta desde las alturas

Finalmente llegamos a la cumbre del Guilicerra. 

En la cima hay una placa metálica de una cota sin nombre. Y poco después al frente está el Chilizarrias. Hay una bajada y después una cuesta pronunciada.

Qué gusto dar ver a los más jóvenes, como Pablo, descender cual cabra montesa.

Vamos pegados a una valla. En la cumbre del Chilizarrias, a 1.936 metros, el cielo no se ve y el aire sopla con fuerza. 
 

En la cumbre, la cencellada convierte el agua en hielo y cincela una A. ¿Cómo no pensar en la gramática de la creación?

Después descendemos. Al igual que en la subida, a medida que llegamos a cotas más bajas la nieve irá raleando.

No obstante, la nieve cada vez más blanda, convierte el  terreno en una pista muy resbaladiza que obliga a estar atento, sin estar exento ninguno de nosotros de darnos alguna culada.

  

Decidimos dejar el papeo para un lugar más favorable. Será ya bastante cerca de los coches, a la altura de dos muñecos de nieve que vimos a la ida, donde correrá generosamente el espumoso, gracias a César (soporte vital y también etílico cuando la ocasión, como la presente, lo merece) y harán acto de presencia los mazapanes caseros de Carmelo, así como almendras garrapiñadas, nueces garrapiñadas, bombones, todo casero y muy rico, así como embutidos, tortillas, trufas...

Vida y Montaña despidiendo el año

Antes de regresar a Logroño paramos en Ezcaray, en el Troika. Nos hacemos un hueco en el patio calefactado. 

Y como todo tiene un origen, sabremos el porqué del espumoso. Piensen en una excursión en familia en el Urbión, en un vivac, en entablar conversación con un fulano que prenderá la chispa… pero bueno, esta ya es otra historia.

En el Troika concluirá la velada, cantando el himno de Vida y Montaña: Los amigos así














































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